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dc.contributor.authorMORENO GONZALEZ, LUIS ROBERTO
dc.creatorMORENO GONZALEZ, LUIS ROBERTO
dc.date.issued2018-08
dc.identifier.isbn1803870
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/20.500.12984/1180
dc.descriptionTesis de licenciatura en sociología
dc.description.abstractEsta investigación se llevó a cabo en la localidad La Colorada y su Anexo Las Prietas, ejido localizado al centro del territorio sonorense, donde se ubica el megaproyecto minero La Colorada, propiedad de Argonaut Gold y su subsidiaria la empresa Minera Pitalla, que se dedica a la extracción de oro y plata. El objetivo general de este trabajo es describir las alteraciones del entorno natural y su efecto en la vida humana de la comunidad. La pregunta central de investigación fue la siguiente: ¿De qué manera las alteraciones ambientales producidas por el megaproyecto minero La Colorada inciden en las relaciones sociales de los habitantes del ejido La Colorada? México, como un país periférico en el orden del sistema-mundo, ha estado ligado históricamente al mercado internacional como proveedor de materia prima. En el caso particular de la actividad minera, desde la conquista de América, esta actividad ha funcionado como una piedra angular para la acumulación capitalista de los países centrales, el desarrollo de la modernidad en el mundo y la modernización contingente del país. En la actualidad, las reformas a la ley minera y agraria, así como la liberación de reservas minerales, han convertido al país en una región competitiva en la extracción y exportación de minerales, en particular de metales preciosos. Esta actividad, que para operar requiere de grandes cantidades de recursos y energía, para el año 2017, generó 25,455 concesiones mineras, que abarcaban aproximadamente 22 millones de hectáreas. De dicha superficie de concesiones, aproximadamente la mitad se encontraba concentrada en los estados de Sonora, Chihuahua, Zacatecas y Jalisco. Al ser la minería una actividad humana que es impulsada por las necesidades de una organización social específica y de manera más precisa por la generalidad del modo de producción de la sociedad moderna, el presente trabajo pretende se aborda desde la perspectiva marxista, ya que dada las condiciones políticas y económicas de México, país que desde las últimas tres décadas ha operado con un modelo que da más libertad a los procesos de acumulación capitalista, el llamado modelo neoliberal, ofrece un enfoque más pertinente para intentar obtener una visión periférica del papel que ha jugado el sistema capitalista en la vida de las personas y su relación con el medio ambiente El pensamiento antropocéntrico de las sociedades complejizadas ha generado a lo largo de la historia modelos políticos y económicos que, por pretender estar distantes, separados o por encima del resto de la naturaleza, se vuelven el origen del deterioro ambiental que hoy preocupa y forma parte de las agendas políticas de la sociedad moderna. Si se pretende explicar desde los principios físicos de la ley de la termodinámica, se puede interpretar que todo sistema posible en el mundo natural se activa por la disponibilidad de materia y energía existente en el entorno, la cual regresa al entorno en forma de materia o energía degradada, es decir, en entropía. Ya Sergei Podolinsky (Giménez de Aragón, 2014; Sacristán, 2009) había presentado la propuesta a Marx de relacionar las leyes de la termodinámica al sistema capitalista. Pero su propuesta de la energía disponible en el trabajo humano y su empleo en las relaciones capitalistas de producción (Giménez de Aragón, 2014), junto a posteriores trabajos que buscaban visibilizar la naturaleza en los procesos económicos como el de Alfred Smidth (1964), se pueden resumir a que si se abstrae el trabajo humano al funcionamiento de un sistema que toma del entorno la materia y energía para convertirlas en bienes de uso, y se incorpora este principio a la lógica del sistema capitalista que le asigna un valor de cambio a los bienes de uso para convertirlos en mercancía, lo que encierra al proceso de trabajo en un ciclo de producción orientado a la acumulación continua de capital, se tiene como resultado que se requiere una creciente cantidad de materia y energía para mantener activo el sistema, lo que se traduce en una cantidad de desechos, o entropía, que supera a la que el entorno es capaz de regular, a la vez que absorbe una cantidad de recursos superior a la que el entorno es capaz de renovar. Se puede decir que como la materia y la energía sólo tiende a la transformación, los desechos que se producen durante todo el funcionamiento del sistema capitalista no desaparecen, sino que pasan a ocupar otro lugar en el entorno. Sin embargo, una crítica al pensamiento eco-marxista que se rige bajo este principio es que el comunismo opera bajo la misma lógica de producción a gran escala, por lo que dicho modelo genera una entropía similar en cantidad a la del modelo capitalista (Giménez de Aragón, 2014) por lo que, tanto el comunismo como el capitalismo, que por mucho tiempo intentaron ignorar u ocultar el segundo principio de la ley de termodinámica, la generación de entropía, y redujeron sus sistemas de producción a las cantidades de materia y energía necesarias para activar un sistema, llevó a creer por mucho tiempo, como si se tratase de una especie de génesis moderno, que se podía disponer ilimitadamente de lo que ofrece el entorno para cumplir con las metas planteadas por los sistemas políticos y económicos dominantes. Esta misma razón es por la que los sociólogos contemporáneos, al reflexionar sobre el medio ambiente, dejaron de responsabilizar al modelo de producción capitalista para responsabilizar a la modernidad en general. En particular después del desastre nuclear de Chernóbil (Posada Velázquez, 2016). En el caso de la minería mexicana, actividad que durante la mayor parte de la historia nacional ha sido controlada por el mercado extranjero, después de la revolución mexicana, y las leyes de carácter nacionalista, así como algunos paradigmas socialistas como la repartición agraria y los sindicatos, crearon un escenario donde se intentó regular estrictamente por el Estado. Este paradigma cambió radicalmente en la década de 1990, cuando las reformas neoliberales y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que desregularon la actividad minera a la par que liberalizaron las comunidades agrarias como los ejidos y los pueblos indígenas, obteniendo como resultado una vulnerabilidad sobre la seguridad de la tierra, que ha generado las condiciones óptimas para un método de acumulación de capital similar al que Carlos Marx (1986) describió como acumulación originaria de capital, basada en la enajenación de la tierra y la proletarización de quienes vivían de ella, un proceso conocido como acumulación originaria reiterada (Midnight Notes, 1999) o acumulación por desposesión (David Harvey, 2005). Las consecuencias ecológicas de este proceso, ocasionadas por las formas de trabajo a gran escala para la extracción de materias primas, o para la facilitación del trabajo de extracción e importación, los llamados megaproyectos, trascienden el campo de análisis de la ecología política, que tradicionalmente se enfocaba en las disputas por recursos naturales escasos, para abordar el tema de las afectaciones ambientales que producen este tipo de proyectos y el significado que adquiere en los seres humanos el deterioro o las dramáticas transformaciones de su medio ambiente. Estas afectaciones pueden abarcar los daños a la salud, la incertidumbre sobre el porvenir de sus tradiciones, territorio o su vida en general, conflictos y en general cualquier forma en que la afectación del medio ambiente se refleje en una afectación a la vida de las personas (Salinas, 2012;2014). En el estado de Sonora, las reformas neoliberales a la actividad minera colocaron al estado en la cabeza de producción a nivel nacional, ocupando el primer lugar de producción de oro y cobre, y el tercer lugar en producción de plata. Lo que se traduce territorialmente, para 2016, en 5, 974 títulos de concesión que juntos abarcaban 5 millones 548 mil hectáreas que representaban el 29% del territorio estatal; paralelo a esto, para el año 2014, el estado ocupaba el primer lugar en volumen amparado para extracción de agua destinada a la actividad minera, contándose 107 millones 867 mil metros cúbicos por año. El megaproyecto minero La Colorada, es uno de los tantos que surgieron en el estado a raíz del boom minero dado por las legislaciones mineras y agrarias. La mina está localizada en un pueblo de tradición minera que amplió sus actividades productivas a la ganadería como una estrategia de sobrevivencia y de permanencia en el lugar después de que la mina Creston Colorada Co. cerrará sus operaciones en 1915. El cierre de esta mina ocasionó el desplazamiento de la mayoría de sus habitantes a otros centros mineros de la región, otros pocos se quedaron en la localidad y se dedicaron a la pequeña minería y la ganadería bovina de traspatio; esta población local buscó desde 1935 consolidarse como ejido y diez años después, en 1945, logró la dotación de tierras. Posterior a esto, recibieron apoyos y créditos para orientar la producción a la ganadería, no obstante, los habitantes siguieron alternando sus actividades entre la ganadería y al gambusinaje. Con todo, la población total del municipio se ha mantenido aproximadamente entre los 1,000 y 1,600 habitantes. En la década de 1990, la localidad experimentó un ligero auge por la activación de la mina el Crestón por la compañía minera de capital canadiense El Dorado Gold Corp, que operó de 1994 a 2001. Posterior a esta mina, la compañía canadiense Argonaut Gold retomó el proyecto en 2012 bajo su subsidiaria Minera Pitalla, con un proyecto que consta de la extracción de oro y plata en tres depósitos minerales: El Crestón, Gran Central y Veta Madre. Este segundo depósito es el más cercano a la localidad de los tres. Su tajo se localiza a 50 metros de la primera casa y a siete metros de la plaza. De acuerdo con algunos informantes, la mina anterior también causaba molestias; es la cercanía de la mina con el pueblo lo que ocasiona las afectaciones ambientales que los informantes confirmaron en las entrevistas. Considerando la información presentada en los párrafos anteriores, a manera de justificación, es importante mencionar que, a pesar de la expansión de la actividad minera en el estado, existen pocos trabajos sobre los impactos que pueda tener esta actividad, así como también de otro tipo de megaproyectos, como pueden ser los energéticos, las presas o los turísticos. Por tal razón, lo que motivó la creación de este trabajo fue generar un documento que alimente la formulación de un discurso sustentado en evidencia empírica que visibilice el costo ambiental y social de las actividades extractivas con el fin de confrontar y debatir con el discurso económico y político oficial que se limita a mostrar los logros comerciales y el crecimiento económico generado a partir de las actividades extractivas, en particular de la minería.
dc.description.sponsorshipUniversidad de Sonora, División de Ciencias Sociales, 2018
dc.formatPDF
dc.languageEspañol
dc.language.isospa
dc.publisherUniversidad de Sonora
dc.rightsopenAccess
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0
dc.subject.classificationCIENCIAS SOCIALES
dc.subject.lccHD6971.M67
dc.subject.lcshIndustria minera
dc.titleAfectados ambientales por megaproyectos mineros en la Colorada, Sonora
dc.typeTesis de licenciatura
dc.contributor.directorMONTAÑO BERMÚDEZ, ROMUALDO
dc.identificator5
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