Programa de intervención educativa sobre VIH/sida e ITS en adolescentes de la Escuela Secundaria número 61 de Estación Pesqueira, Sonora

Abstract

Durante el año 2010, el número de adolescentes en el mundo fue mayor que nunca antes en la historia: 1.2 millones de jóvenes, con edades comprendidas entre 10 y 19 años. Una gran proporción vive en Latinoamérica y el Caribe (Oficina de censos de los Estados Unidos 2000). ¿Podrá esta cohorte de jóvenes llenar su potencial como regalo para la región? La respuesta en gran medida, depende de la capacidad de las familias, el gobierno y las comunidades para desarrollar el potencial humano de gestación. México ha experimentado grandes trasformaciones, sociales económicas y demográficas durante el último tercio del siglo XX. Algunas de estas transformaciones, como el avance en el proceso de urbanización; los cambios culturales y económicos asociados a la mayor participación femenina en los ámbitos del trabajo y la escuela; la difusión masiva de la televisión que llevó a las comunidades rurales más dispersas nuevos modelos de comportamiento; la revolución sexual de finales de la década de los sesenta en Estados Unidos, con algunas repercusiones en los ámbitos urbanos mexicanos; y la instauración de una agresiva política de planificación familiar a mediados de los sesenta, pudieron cambiar significativamente las condiciones en las cuales los jóvenes ingresaron a la vida sexual. Se ha llegado a afirmar incluso que en América Latina la década de los setenta, marco la ruptura se ha advertido en cambios en el calendario de ciertos eventos relevantes. Por ejemplo la edad de inicio de la actividad sexual se aplazó en los noventa en relación con los setenta entre las mujeres, aunque no entre los hombres. En cuanto a los cambios en la edad al inicio sexual, una parte importante del debate surge, porque no siempre se han utilizado, sistemáticamente, los indicadores adecuados para realizar comparaciones en el tiempo. Diferentes artículos utilizan la edad media de inicio sexual de los sexualmente activos en un determinado grupo de edades (por ejemplo, los sexualmente activos de 15 a 19 años) obtenida a partir de distintas encuestas, esta es una medida inadecuada ya que por una parte deja fuera del análisis a aquellos que no han experimentado relaciones sexuales y por otra se ve afectada por los cambios en la estructura de edades al interior del grupo en cuestión, situación que afecta particularmente a sociedades en rápido cambio demográfico, como es el caso de México. Para subsanar estos problemas pueden utilizar medidas más adecuadas, como la proporción de los sexualmente activos a una edad exacta, o la edad de inicio sexual calculada a partir de tablas de vida.